Muchas gracias querida familia y amigos por sus consoladoras palabras. Aún no tengo el coraje para organizar mi vida sin mamá después de todos estos años así que estoy parapetada entre mi oficina y mi habitación y trato de no pasar por la de ella hasta mañana en que tendré compañía y podré hacerlo sin flaquear.
Mientras trabajo en mi oficina siento que en cualquier momento puedo pararme e ir a su habitación y darle un beso, jugar con su muñeca, verla sonreír, sentir su cariño, saberla bien para luego regresar a mi oficina a seguir trabajando. Imagino que esto nos pasa a todos los que experimentamos la pérdida de un ser amado: creamos vínculos y hábitos alrededor de los que amamos y cuando ya no los tenemos con nosotros, nos cuesta dejarlos.
Si bien yo fuí la engreída de papá y él era mi héroe, el haber tenido a mamá conmigo todos estos años, verla deteriorarse (lentamente por fortuna) y volverse tan vulnerable y frágil hizo que todas mis decisiones de vida giraran en torno a ella por lo que ahora me cuesta no tener esta responsabilidad ni la recompensa de saberla bien... aunque sé que está bien.
Tiempo al tiempo, ayuda mucho sentir el afecto de la familia y los amigos, gracias por eso.